La historia de los zapatos
La historia del calzado es mucho más importante de lo que pueda parecer. Si miras a tus pies y piensas como sería la vida sin esta prenda que los protege y cubre, te puedes hacer una idea. Pero, ¿sabes quién inventó el calzado?, ¿cuál es su origen?, ¿cómo ha evolucionado con el paso de los años?.
La documentación más antigua conocida alusiva al calzado tiene más de 15.000 años. Se trata de unas pinturas rupestres halladas en una primitiva cueva, de forma esquemática aparecen hombres con una especie de botines y una mujer que calza algo parecido a unas botas de piel.
Por tanto se puede afirmar que quién inventó el calzado fue el hombre prehistórico y respecto a cuándo se inventó el zapato es imposible saber con exactitud, pero como mínimo hace 15.000 años.
ORIGEN DEL ZAPATO
El origen del calzado comenzó con la sandalia, en el Antiguo Egipto se confeccionaban con paja trenzada o láminas de hoja de palmera, y era de uso masculino del que estaban excluidas mujeres y esclavos. Su uso era ceremonial ya que la tendencia a ir descalzo perduró durante muchos siglos en la Historia. En esos casos el faraón o cualquier alto dignatario caminaba seguido por un servidor que llevaba las zapatillas de su señor en una bandeja, así se muestra en una paleta de piedra de maquillaje, de done se ve a un faraón del 3000 a.C. seguido de su chambelán de las zapatillas, uno de los cargos protocolarios más antiguos conocidos. También fue signo externo de éxito y de victoria sobre los enemigos: en Egipto, las sandalias del faraón llevaba pintados los rostros de lo enemigos vencidos en la suela en las ceremonias oficiales. Las sandalias dejaron de ser lujo en Mesopotamia, cuna de la civilización sumeria, donde el calzado por antonomasia.. Sobre ella de lo útil, una especie de impulso artístico que suele desvirtuar la tendencia lógica hacia lo práctico y se pierde en perifollos y adornos.
Respecto a como ha sido la evolución de los zapatos, ya en la Antigua Grecia, Homero describe a los héroes calzando lujosas sandalias. Un poco más adelante, el historiador y geógrafo griego Pausanias asegura que solo los dioses deben calzar sandalias doradas. Mientras tanto en la antigua Persia se imponía el calzado flexible: las persikai, calzado cómodo para mujeres y ancianos. Se conocía el borceguí o zapato de caza o calzado de viaje, así como las botas lazadas llamadas endromides. Algunos diseños de calzados pueden ser considerados casi un elemento de tortura. A Confucio, pensador chino, se le ocurrió decir hace 25 siglos que la mujer debe imitar al andar “el ondear flexible del sauce”. Con este fin, en la Antigua China, se les impuso a la mujer la reducción del tamaño del pie hasta un tercio de su desarrollo natural para conseguir lo que ellos llaman “la flor de loto”, ideal de sensualidad y elegancia. Toda una barbaridad. Los ciudadanos del imperio romano llevaban sandalias en casa: las solae, o simples suelas de cuero unidas al pie mediante correas y sujetas con lazos y cintajos. Puedes ver la historia de la alpargata. El calzado solía combinar con el atuendo, por ejemplo, con la toga se usaba el calceus o especie de borceguí, de empeine recortado en varias tiras de cuero que se anudaban sobre el tobillo, que suele encontrarse en la mayoría de las estatuas.
Respecto a como ha sido la evolución de los zapatos, ya en la Antigua Grecia, Homero describe a los héroes calzando lujosas sandalias. Un poco más adelante, el historiador y geógrafo griego Pausanias asegura que solo los dioses deben calzar sandalias doradas. Mientras tanto en la antigua Persia se imponía el calzado flexible: las persikai, calzado cómodo para mujeres y ancianos. Se conocía el borceguí o zapato de caza o calzado de viaje, así como las botas lazadas llamadas endromides. Algunos diseños de calzados pueden ser considerados casi un elemento de tortura. A Confucio, pensador chino, se le ocurrió decir hace 25 siglos que la mujer debe imitar al andar “el ondear flexible del sauce”. Con este fin, en la Antigua China, se les impuso a la mujer la reducción del tamaño del pie hasta un tercio de su desarrollo natural para conseguir lo que ellos llaman “la flor de loto”, ideal de sensualidad y elegancia. Toda una barbaridad. Los ciudadanos del imperio romano llevaban sandalias en casa: las solae, o simples suelas de cuero unidas al pie mediante correas y sujetas con lazos y cintajos. Puedes ver la historia de la alpargata. El calzado solía combinar con el atuendo, por ejemplo, con la toga se usaba el calceus o especie de borceguí, de empeine recortado en varias tiras de cuero que se anudaban sobre el tobillo, que suele encontrarse en la mayoría de las estatuas.
Los patricios calzaban el mulleus de cuero rojo, anudado a la pantorrilla, con su media luna decorativa sobre el cuello del pie. En el siglo III las mujeres pudientes de la Antigua Roma lucían lujosos calzados en los que no faltaban las perlas y piedras preciosas. En la Roma clásica el zapato rojo en la mujer era propio de las cortesanas, hasta que el emperador Aureliano decidió llevarlos él…, decisión que afectaría luego al Sumo Pontífice, de ahí que los Papas calzaran babuchas coloradas. Pero todo esto era un calzado abierto. No podríamos llamarlo zapato.
El zapato comenzó su larga evolución a finales del siglo IV, y fue consolidándose en el mundo bizantino tras la caída de Roma. Nacieron los zapatos cerrados y las chinelas de cuero marrón oscuro o negro. Entre los siglos VII al X el calzado occidental se transformó. Son célebres por su elegancia los zapatos de Carlomagno. La Edad Media impuso nuevos derroteros. Triunfa el zapato en punta curva, moda sorprendente por lo poco práctico que resultaba, sobre todo cuando empezó a exagerarse. Surgió el zapato de punta retorcida como distintivo de clase social: mientras más centímetros medía la punta, mayor prestigio social denotaba quien lo calzaba. Se llegó al absurdo, de modo que a menudo era imposible caminar con tales artefactos, pero en vez de renunciar a tan absurdo aditamento lo que se hizo fue sujetar la punta a la rodilla mediante una cadenita.
Aquella moda repercutía negativamente en el rendimiento de los caballeros: hay que tener en cuenta que a principios del XIV había zapatos cuya punta alcanzaba el medio metro y cuyo usuario tropezaba con sus propios pies. A esta moda ridícula siguió otra igualmente absurda: a zapato alargado y puntiagudo siguió el zapato corti y muy ancho o zapato morro de vaca o zapato pata de oso. Una moda de origen español revolucionó el calzado a fines de la Edad Media: la de los chapines, moda que triunfó en Venecia y Florencia donde hicieron furor los zapatos de plataforma, de madera ligera forrados de tisú o cuero. Para caminar sobre este zapato femenino se requería el apoyo de un galán o de una sirvienta; las caídas eran peligrosas, y se vio gran número de mujeres tullidas por haber caído de lo alto de sus chapines que alcanzaban los veinte centímetros de altura.
El zapato comenzó su larga evolución a finales del siglo IV, y fue consolidándose en el mundo bizantino tras la caída de Roma. Nacieron los zapatos cerrados y las chinelas de cuero marrón oscuro o negro. Entre los siglos VII al X el calzado occidental se transformó. Son célebres por su elegancia los zapatos de Carlomagno. La Edad Media impuso nuevos derroteros. Triunfa el zapato en punta curva, moda sorprendente por lo poco práctico que resultaba, sobre todo cuando empezó a exagerarse. Surgió el zapato de punta retorcida como distintivo de clase social: mientras más centímetros medía la punta, mayor prestigio social denotaba quien lo calzaba. Se llegó al absurdo, de modo que a menudo era imposible caminar con tales artefactos, pero en vez de renunciar a tan absurdo aditamento lo que se hizo fue sujetar la punta a la rodilla mediante una cadenita.
Aquella moda repercutía negativamente en el rendimiento de los caballeros: hay que tener en cuenta que a principios del XIV había zapatos cuya punta alcanzaba el medio metro y cuyo usuario tropezaba con sus propios pies. A esta moda ridícula siguió otra igualmente absurda: a zapato alargado y puntiagudo siguió el zapato corti y muy ancho o zapato morro de vaca o zapato pata de oso. Una moda de origen español revolucionó el calzado a fines de la Edad Media: la de los chapines, moda que triunfó en Venecia y Florencia donde hicieron furor los zapatos de plataforma, de madera ligera forrados de tisú o cuero. Para caminar sobre este zapato femenino se requería el apoyo de un galán o de una sirvienta; las caídas eran peligrosas, y se vio gran número de mujeres tullidas por haber caído de lo alto de sus chapines que alcanzaban los veinte centímetros de altura.
Pero en muchas ocasiones el calzado era fuente de problemas. Estrenarlos suponía una tortura en una época en la que no existía la idea de zapato a medida. En la Edad Media este trabajo se confiaba a un criado, encargado de llevar los zapatos nuevos durante una temporada para que tomaran la forma del pie. Además existía la idea de que estrenar algo nuevo era cosa plebeya, de mal gusto. Otro ciclo revolucionario en la historia del calzado se inicia en 1600 con la resurrección del tacón. No fue asunto exclusivo del hombre. En el Museo Bally de Schoenenwerd (Suiza) hay chapines del XVI con plataforma inclinada de corcho de diecisiete centímetros de altura. Los tacones crecieron centímetro a centímetro a lo largo de los siglos para llegar al paroxismo en el XVI: fueron los hombres los primeros en usarlos.M Ya los grandes zapateros de la Antigüedad, los hititas,clavetearon por primera vez la suela de cuero de la bota con gruesas tachuelas de hierro para facilitar el agarre, e inventaron el tacón como elemento que ayudaba a fijar el pie del jinete en el estribo: las botas fueron las primeras en llevarlo. El tacón influyó en la forma de andar y transformó las costumbres de vestir en el renacimiento porque modificaba la disposición del cuerpo; lo realzaba. Se empezó añadiendo suelas de corcho, de cuero e incluso de madera que dejaban casi vertical la superficie de apoyo de la planta del pie, a la que añadieron un tacón más bien alto que iba estrechándose según alcanzaba la superficie del suelo. Cuando la bota se convirtió en pieza palaciega se constató que el tacón daba prestancia a la figura, realzaba el porte y elevaba la estatura. El tacón desempeñó función psicológica a partir del siglo XVII, en que comenzó a hacer furor en Francia.
La Revolución Francesa prohibió la peluca empolvada y los tacones como símbolo de una época deplorable e impuso el zapato plano para todos. Pero el tacón no tardó en resurgir de sus cenizas con Luis Felipe II, el Rey Ciudadano. El tacón alto empezó entonces a ser patrimonio exclusivo de las mujeres hasta nuestros días. Ha existido, en cuanto al color del calzado,un código definido. Lo normal y lo aceptable era que fueran de color marrón o negro. Los zapatos blancos o rosados podían hacer pensar cualquier cosa al respecto de la persona que los calzaba. Los zapatos y botines amarillos eran propios de rufianes y golfos.
La Revolución Francesa prohibió la peluca empolvada y los tacones como símbolo de una época deplorable e impuso el zapato plano para todos. Pero el tacón no tardó en resurgir de sus cenizas con Luis Felipe II, el Rey Ciudadano. El tacón alto empezó entonces a ser patrimonio exclusivo de las mujeres hasta nuestros días. Ha existido, en cuanto al color del calzado,un código definido. Lo normal y lo aceptable era que fueran de color marrón o negro. Los zapatos blancos o rosados podían hacer pensar cualquier cosa al respecto de la persona que los calzaba. Los zapatos y botines amarillos eran propios de rufianes y golfos.
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