El vestido, palabra proveniente del latín vestitus, puede servir para designar un traje de mujer. Si nos atenemos a una definición más estricta, un vestido se compone concretamente de una falda y cuerpo en una misma pieza y tela. Hasta los años 60 del siglo XX será considerado como un elemento clásico de la moda femenina, siendo desde entonces un elemento menos frecuente en su uso, relegado en ocasiones a celebraciones especiales.
A lo largo de la historia, la elaboración del vestido ha ido cambiando, los materiales , las técnicas para confeccionar , ha variado dependiendo del lugar y la cultura. La historia del vestido comienza desde la prehistoria, ya que, surgió la necesidad de cubrir su piel debido a las situaciones climatológicas, el hombre prehistórico se dio cuenta de que podía cubrirse con la piel de los animales, sin embargo, con el tiempo fueron descubriendo que no era tan fácil realizar otros movimientos, simplemente servía para cubrirse, además, también tenían el problema de que las pieles se endurecían.
Cuando las pieles ya estaban preparadas se podían cortar y dar forma; fue así como se llegó a uno de los grandes avances tecnológicos en la historia del vestido, este muy importante, la creación de la aguja para poder ensartar el hilo, recortar las pieles y darles forma.
Los patrones.
Los patrones que se encontraban en la moda, tenían el fin de ser estéticos, no se tomaban en cuenta factores como la comodidad o el bienestar físico. Fue hasta inicios del siglo XX cuando la moda femenina se caracterizó por el dicho: "Para ser bella hay que ver estrellas".
Se utilizaban prendas como el famoso "corsé" que además de ser incómodas no permitían la libertad de movimiento, estas prenda eran un reflejo de las costumbres que reprimían la expresión femenina a las labores domésticas y reproductivas.
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